¿Será posible que esta novela por entregas, a lo Dickens, pueda tener un final decente? Eso dependerá de quienes finalmente pasen el examen de madurez, el dedo arriba o el dedo abajo de los que vayan a pegarse el pique de cara a las cajas de plástico transparentes donde se arrojará el papelito con los dichosos nombres marcados en lápiz Bic. Si la voz popular del local de votación se deja seducir por Chile Vamos entonces ha triunfado el Rechazo disfrazado de Apruebo. Eso es algo contradictorio pero democrático, porque son pocas las oportunidades en la vida del auténtico Conservador, sin pena aflictiva a sus espaldas, en las que ha podido ver la única escuela o liceo municipal de su comuna por dentro. Con suerte ha estacionado en las cercanías para revisar que la torta tres leches o de panqueque naranja se mantenga intacta en el maletero del Volvo, porque fuera de eso, sus ojos siempre han estado puestos en el éxito profesional, o sea, muy lejos de la educación pública y en cambio con miras a los frutos de una estancia en la Universidad Católica.
Verlos hacer la fila para acto seguido buscar la salita con las iniciales del apellido es un espectáculo antropológico, no están acostumbrados a la fealdad de esos edificios republicanos donde se machacó inútilmente y durante tanto tiempo con la historia y la geografía y la lengua castellana y comunicación, todo, por supuesto, enseñado a medias. La profesora tenía que rellenar de nombres su cuadernito Avon o whatsapear con las amigas o el marido descerebrado que le exigía cuentas o que le preguntaba indignado: ¿¿Cómo se te ocurre haberle echado longanizas a los porotos?? ¿¿Se te olvida que tengo el colesterol alto?? ¡¡Me duelen mis várices!! Esas salas están repletas de aspiraciones truncadas que partían en la obertura Opus 0 del libro mendigado por el sistema de Vouchers y terminaban en la sala de profesores, donde, correcto, parte del cuerpo docente tomaba su cafecito y hablaba con serena alegría de la cintura para abajo.
Los afortunados que votan en ambientes más refinados no se enteran de la barbarie, eso sí, piensan que en caso de que su actual proyecto de hija decantase por la vulgar pedagogía (básica o en religión) será en la Católica y únicamente para asistir a los legendarios encuentros con los futuros médicos en jefe, ingenieros y abogados. Toda esa gente le da la venia a Chile Vamos.
Por eso aquí nos burlamos de ese grupo de Candidates y sus respectivos votantes. ¿Nadie más vale la pena? Por supuesto que sí, pero los trovadores se encargarán de rellenar letanías con sus epopeyas, este espacio es para la burla del que invita a abrazar al carabinero o al que quiere Derechos para minorías sexuales que relativizan la dictadura militar jejeje. Las otras minorías no interesan ¿Acaso existen? ¡Qué decir de los Mapuches! Bueno, igual está Darío Paya, quien se acortó el apellido para que no desentonara con la actitud espartana y colonial de la UDI. Porque Payacán y UDI son enemigos fundamentales, como el agua y el aceite, enemigos, como el Mapocho y las lluvias torrenciales, enemigos, como una Misa Clandestina y el Corona, enemigos. Allí donde se topen, enemigos.
Hernán Larraín Matte
Alternando la militancia ultraderechista de su papi (“el papá”), ex defensor ad honorem de Colonia Dignidad y actual Ministro de Justicia, Larraín Matte proviene de una familia elegante de gente cool. Su hermano, Pablo, célebre cineasta (Tony Manero, Jackie, No), Juan de Dios, productor de películas rompe esquemas –lo digo sin ironías, véase Una Mujer Fantástica. Probablemente en las comidas dominicales de este clan, donde hubo hasta abuelo socialista, se discutía abiertamente sobre varios temas vinculados a la cultura del übermensh en su conjunto, de ahí que dos tercios de la prole no saliera efectivamente facha, sino todo lo contrario. Y eso que la entrada era caviar beluga y el postre receta de la abuela. El primogénito, ese sí, no podía escaquearse con las responsabilidades políticas a fin de perpetuar los apellidos familiares en libros de historia, de modo que se lanzó a la búsqueda de un nicho que rindiera justo tributo a sus orígenes, pero que tampoco arruinara la impresión global de sus hermanos que, a ojos de la UDI, muy probablemente deben tener algún tornillo corrido, escasez de tablas para completar un puente ¿Cómo es posible que gente de bien se meta por gusto en tanta cochinada?
Entonces Larraín Matte se introdujo de lleno en Evópoli. ¿Qué es Evópoli? Durante una fría noche santiaguina calefaccionada por losa radiante, un puñado de cuicos que en su juventud alucinaban con The Wall y encargaban la Rolling Stone a cuanto primo volvía de Estados Unidos (los picantes tienen lo suyo de la parentela exiliada en Suecia), yeah, esos que hablaban de hippear y de sacarse el Padi en Koh Lanta hasta que se dieron cuenta que había que casarse y ganar “lucas”, decidieron hacer algo por la patria. Después de todo, la opinión de un cuico siempre será oída, por la razón o por la fuerza.
En esta oportunidad, sin embargo, debía ser un proyecto consistente y moderno que atrajera a la juventud consistente y moderna, y también rubia y de apellidos finos. Gente que nunca en la vida se cambiaría de Vial a Vidal pero que igualmente compraría hortalizas orgánicas cerca del Borderío y acarreando todo en pilguas biodegradables de dos azas, para que la actitud exterior se vea bien reflejada en el exterior. ¿Qué lineamientos éticos arrojó el algoritmo creado en ese Cónclave? Matrimonio igualitario, aborto, emprendimiento, libertad económica, y, sobre todo, obediencia ciega a su majestad el Presidente de la República. Si esto fuera moda, María Inés Solimano encarnaría a Revolución Democrática y United Colors of Benetton a Evópoli. Aunque el video de Felipe Kast travestido no parece obra de Oliviero Toscani, bah, si es para repartirlo en el basurero nacional, esos tontos se contentan con cualquier cosa. A cada quien lo suyo.
Larraín Matte es bonito, no daña a la vista. Eso es algo que no todos los políticos podrán decir de sí mismos durante una invasiva y poco sustentable campaña. Larraín Matte tampoco se sacaría los mocos con el dedo como el senador Navarro, por ejemplo. Mucho menos se compraría los zapatos en Hites, Aldo o Zara, que rasca, para eso tiene acceso a sus infaltables Birkenstock ahí mismo en la boutique Rumbos, ubicada estratégicamente de cara al Huerto, donde además uno puede comer hasta la saciedad sin ponerse gordo que no es algo ni consistente ni moderno. Tampoco está muy lejos del Baco o Le Bistrot donde a veces es posible toparse con Carlos Peña o algún otro cuico “centrero”.
Cuando renunció a la presidencia de Evópoli, no alcanzó a ser trending topic. Qué lástima, era un día tan bonito y claro. Entonces ahora salta a la constituyente y quién lo apoya, nada menos que Evelyn Matthei, quien muy cuca lo introduce de pleno en el mundo donde a uno lo encuestan, pero sin proferir insultos de grueso calibre. A su favor tiene haber apoyado la nueva Constitución y de una u otra forma alinearse con valores del liberalismo que a gente como Tere Marinovic lastiman en lo más profundo de su das-sein. ¿En contra? Ni idea. Capaz que su doctrina valórica sea buena, o tal vez no, todo dependerá de la planilla Excel que le fabriquen en el partido y donde debe quedar muy en claro que la libertad del sujeto es intransable siempre y cuando no se oponga a la del estupendo empresariado cuya importancia natural debe quedar bien clara en preámbulos, garantías, artículos e incisos.
Yuyuniz Navas de Caso
Yo pensaba que esta mina, que encarnó a Ricarda en “Aquelarre”, algo así como el personaje queer de la guerra de las teleseries del año 1999, era de corte más liberal. Pero el que nace chicharra muere cantando, es imposible hacerle el quite a la Derecha dura y pura si uno viene auspiciado por la porqueriza de la UDI. Porque ella es hija de Eliana de Caso, la Eli, una señora con el pelo lleno de laca que se hizo estrella farandulera en los años 90 con su misceláneo “Buenas Tardes Eli” donde abordaba con un panel de expertos científicos, filósofos y artistas las profundas disquisiciones espirituales que conlleva el canesú de un delantal para el colegio hecho a mano a partir de restos de popelina, franela y poliéster. También recolectaba plata para ayudar en vivo y en directo a la gente pobre de Santiago y regiones, cuya intimidad era expuesta sin tapujos a través de la cámara, para gusto y solaz de la audiencia, señoras cosificadas y guardaditas en la soledad de la cocina-comedor que masticaban como locas membrillos o albaricoques verdes al tiempo que la Eli gritaba en modo zorrón (en eso fue pionera): “rico, buena onda”, “¿positivo? ¡positivo!”.
Supongo que como independiente por la UDI querrá ir a la Constituyente para ponerle alquitrán a las ruedas de la bicicleta, agua hirviendo a la masa de las sopaipillas, un par de yemas al casi listo merengue suizo batido a doble tenedor. Después de todo ¿Qué sentido tiene representar a la UDI sino es para interrumpir cualquier proyecto que trate de situar al país en la modernidad del siglo XIX? ¿Querrá constitución que garantice el programa Becas Chile para el que lleva día y medio en el vientre materno? ¿Terapias de reconversión pagadas con los impuestos cobrados a los almacenes de barrio? ¿Subsidios habitacionales para todo venezolano que se registre en su partido? Con tanto tiempo fuera de las pantallas, el sueldo de la Convención no viene mal. Quienes estén familiarizados con su impactante presencia en teleseries irán hacia las profundidades de sus respectivas almas para desempolvar el amor inconmensurable que solían tener por esta grandísima ACTORA. Eso cree Yuyudi.
Elizabeth Brand Deisler
No sigo mucho Instagram, salvo para echarle un look a los emprendimientos de alcohol gel o al que traiga The Ordinary a Chile, marca aliada de quienes tenemos problemas cutáneos y queremos gastar menos de 10 lucas por tratamiento. El Retinol de The Ordinary o el exfoliante a base de ingredientes activos AHA 30% + BHA 2% difícilmente encuentran competencia en las farmacias criollas, donde la vendedora altanera quiere recomendar lo que ella estima conveniente contraviniendo las instrucciones del dermatólogo. En fin. Me llamó la atención que entre mis seguidores haya aparecido, así, de la nada, el nombre de esta vieja Brand. Cuando me surgió la notificación, pensé ¿Será la misma Elizabeth Brand, la de Temuco? Estaba en lo cierto. La conozco porque somos coterráneos y desde luego ella no querrá perder la oportunidad de meter la cuchara en la Nueva Constitución, ella y sus credenciales de empresaria libre en el intrincado mundo de las publicidades. También gerenciaba una oficina de viajes tipo Cocha, pero supongo que con la Pandemia no le debe estar yendo muy bien. Por lo mismo se está postulando vía Chile Vamos vía Independiente vía Evópoli a la Constituyente. Prendan los focos.
Las socialités chilenas tienen por característica principal su pertenencia al universo de los seniors (finos), incluso las hay octogenarias como la Rose MacGill cuyo hijo, recordarán, halló fama en 2003 por comportarse no muy elegantemente desde su puesto de Cónsul en Shanghái donde era medio trucho con la emisión de los visados. Un tal Enrique Subercaseaux. Esas ladies, que antaño se lucían con modelitos de alto diseño en las extintas revistas de moda facha, dejaron de aparecer en la luz pública porque el virus las tiene cagadas de miedo, qué triste. Por lo demás ¿A qué evento podrían asistir? ¿Qué cintas hay para cortar? ¿Dónde se puede ir a dictar cátedra sobre la elegancia y sobriedad del Chile castellano-vasco? Porque otro tema no manejan, si apenas tenían 16 años las arrancaron de un zarpazo del colegio y así, rapidito, a estrenarse y debutar en sociedad y a parir críos finos. A montar a caballo, sonreír y a cacerolear a favor del empresario libre en las postrimerías del gobierno de Allende. Igual que una Rothschild, Guinness o una Deeda Blair, pero sin la herencia multimillonaria ni la filantropía democrática engalanando museos y pinacotecas de Estados Unidos y Europa.
La Brand es algo así como la única socialité de Temuco, pero como casi todo lo pretencioso y aspiracional que hay en Temuco, por supuesto, la versión es irremediablemente rasca. Inauguraciones pre pandemia hubo, desde luego, pero no es lo mismo ir al estreno de Aida en la Corporación Cultural de las Condes vestida pies a cabeza en Balenciaga que el champañazo inaugural de una parrillada bailable. O al “vamos” de las Fiestas Patrias en la Sofo, en el stand de viejas europeas casadas con terratenientes asociados en Paz en la Araucanía. Medio Temuco ha visto a la señora algo regordeta envuelta en un abriguito mezcla de poliamida y algodón en tonos violáceos caminando por los pasillos del Jumbo eligiendo ingredientes para un kuchen de ciruelas. Medio Temuco sabe que es hija de un doctor, porque eso es algo que no todos los Temucanos han logrado en la vida, a saber, ser hijos de alguien. La calidad del abrigo ha cedido a las inclemencias del tiempo, por eso, cuando uno se acerca a la flamante candidata, hacen aparición las dichosas motas ¡malditas sean! Ni una Gillette puede con ellas. Entonces, para suavizar el efecto y para potenciar su marca, donde sea que uno la vea ella va de sombrero. De acuerdo a las normas de la estética general, su cuello de pliegues desluce el diseño castellano y la cabeza se ve algo hundida, como atornillada al resto del organismo. Ella sonríe y da la venia.
Y el corolario de clichés por supuesto: se las puede porque ha encabezado emprendimientos, por tanto, puede hablar de la confección del emprendimiento desde la incubación del mismo hasta su fracaso total. Las organizaciones gremiales para arriba y para abajo, besuqueo con viejas y viejos que se le cuelgan de la solapa del abrigo, abonos al municipal (de Temuco). ¿Supongo que con tanto UDI y RN debiéramos darnos con una piedra en los dientes? ¿Es todo a lo que puede aspirar el distrito 23?
Próxima entrega: Candidatos no tan pencas, lo que no quiere decir no pencas. No escribe Benito Baranda ni mucho el cura Berríos.
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