Dentro del llamado universo “progresista” en el que me muevo, el imperativo ético –casi religioso– es garabatear el papelito con B para no tener que lidiar con K. Eso, aunque las distintas cámaras hayan quedado conformadas en detrimento de cualquiera de las dos voluntades políticas argumentadas en los dichosos programas, donde se promete reforestar los Jardines Colgantes de Babilonia y congregar a un comité de expertos para desenterrar Atlántida. Orientar el gusto personal hacia el Nulo es lo incorrecto, atentaría contra los Derechos Fundamentales y ensancharía las caderas. En el caso de los hombres, la alopecia parece ser el destino inexorable. Una amiga escupió en las Redes: el que anula le regala las elecciones a K. Un cuñado Fulano de Tal: el que anula se orienta por los dos.
Orientar el gusto personal hacia B es más fino, lo que no significa necesariamente fino, hacia K es no fino, lo que quiere decir, correcto, no fino. En el caso del primero hay deconstrucción, género performado, mucha agency, tallarinatas “desde el territorio” con sabrosalsa orgánica y carne vegetal, masculinidades cuestionadas, arrimos de cedro en un living de casa Castillo Velasco encima de un choapino tejido en Cunco, una que otra mujer entregada a la crianza con apego, pilas de pañales biodegradables, PJ Harvey y por supuesto Cornelius Castoriadis. En el caso del segundo hay policía, delincuencia, policía, delincuencia, policía y desde luego delincuencia. Y por supuesto policía. Y huelga decir, delincuencia.
Tanta decisión libre le nubla a uno la vista, de cara al grifo del lavaplatos donde se reparte, con la ayuda de una esponjita, la espumosa y fragante loción que remueve las manchas más difíciles de arrancar. Es en esos precisos instantes, o bien sentado en el W.C. para efectos de manguerearse uno el trasero y así no comprometer la albura de los calzoncillos, ahí uno piensa: “En realidad no me gusta ninguno ¿Debiera entonces votar por ninguno?”.
¿Y si no eligiera ni B, ni mucho menos K, sino que Ninguno?
Ante tales disquisiciones anti o pro octubristas, una ráfaga de viento arremete contra un campo imaginario de cereales rubios como el pelo de K y desde donde salen disparados cientos de miles de pájaros de oscuro plumaje como el pelo de B. Algo así como el Trigal de Cuervos de Van Gogh, pero en versión pobretona, o sea chilena. Es una impresión estética inesperada: en la realidad B y K armonizan, uno es el contrapunto del otro, K necesita a B para existir y viceversa. La opción de no elegir a alguien es lo nunca dicho, medido ni cuantificado en las increíbles pero auténticas discusiones que pueden tener lugar en los comederos de un Liguria o en Bavaria. El efecto puede traer consecuencias severas como las descritas más arriba, qué duda cabe. Se les llama “ocultos”, “indecisos”, o derechamente flojos de porquería que prefieren mantenerse enredados en sábanas de algodón egipcio de 700 hilos o bien de retazos de sacos harineros antes que ejercer el Derecho Ciudadano, que es voluntario, o sea, se meta el papelito en las urnas o no se meta, igualmente se está disfrutando del derecho. A varies les gustaría que la cosa volviera a ser obligación. Les gusta la bota puntafierro en el poto.
¿Por qué nulo? ¿Qué promete el uno y qué promete el otro, a fin de desencantar a tanto porcentaje?
B.
Bien podría llamarse Benetton. Todos los colores reunidos bajo un único alero, en una boutique que despliega el mismo sweater teñido de lila, naranjo, violáceo, púrpura, amarillo neón, etcétera, sí, pero exactamente el mismo. Nadie puede sobresalir de entre la multitud, salvo por el color, claro está, y por el líder y los miembros del comité. ¿Son ustedes de derecha desencantada? Ok, bienvenidos, ya, rapidito, vayan pasando. De todas formas el sistema de pensiones debe ser profundamente cambiado, eso sí, con miras hacia una desdibujada e inerte lejanía ¿O es que no existen funcionarios con nombramiento y casa con patio y respectivas ampliaciones y que todavía cobran la jubilación en el INP? Es decir, habrá administración nueva de los fondos, pero tranquilito, se trata de un proceso largo, no es cosa de ir con un dedo perentorio “tú, tú y tú” en un expolio de capitales privados a diestra y siniestra como en la ex Unión Soviética, o peor, Venezuela.
Y, en cualquier caso, jamás habrían Yusupovs, Romanovs o Stroganovs reclamando devoluciones de tierras ni mucho menos de íconos, palacios y pinacotecas usurpadas, acaso escritorios de melamina e impresoras matriz de punto. Los ricachones criollos siempre han sido dados a la fealdad y la incultura.
Quizá, después de todo, una vez examinada la cosa con detenimiento, las Administradoras de Fondos no robaban como repetía una y otra vez el fracasado candidato a la Constituyente y que tuvo que contentarse con el pago de Chile, es decir, nada. Quizá la gente pudo sacar libremente y sin reservas una, qué va, dos y tres tajadas de sus fondos previsionales, para efectos de renovar el living, la cocina a gas, el Corsa de segunda mano o comprar las zapatillas del último grito de la moda. Quizás.
También hay una que dijo haber sido víctima de acosos, pero la verdad es que no hubo acosos sino todo lo contrario, según consigna la dichosa carta. No quiere que su historia se repita para no ser revictimizada (¿entonces sí fue víctima? ¿de qué?) y recibió disculpas por hechos que jamás ocurrieron. Acto seguido, B, J, C, I, FA y todas las respectivas iniciales y siglas toman impulso para un glorioso Yurchenko con triple pirueta hacia adelante.
Si uno orienta simpatías por B, es necesario un complejo e intrincado proceso de deconstrucción, a lo Judith Butler y Paul Preciado, con pizcas de Newen para efectos de varieté. Asimismo, se incluye en el grupo de trabajo a un resentido jeque y su odio a todo lo hebreo, lo que no significa que en este grupo se le haga el quite a esas gentes de naturaleza errante, puesto a que varios tienen cargos de importancia, puesto a que varios manejan los hilos. Después de todo, nadie ha dicho una sola palabra sobre Ghettos, eso para la chusma inculta que vive amontonada en torres de hormigón celular y revestimiento de siding y que no pueden usar el ascensor debido a que la sucia inmigración (sobre eso, K) no paga los gastos comunes. Por eso los habitantes de los pisos altos de esas torres no son público objetivo de nada ni nadie, acaso un reportaje en profundidad poco profunda, allí no se cocina a fuego lento una revolución del Proletariado Internacional, únicamente pantrucas o bluyines en anilina.
Los seguidores del Culto a B opinan al unísono que elles votarán ciegamente por él, puesto a que él efectivamente los representa a todes, hombres, mujeres y lo que exista entremedio y más allá, incluso lo que ni siquiera existe ni lo que todavía ha empezado a existir. Que B no sepa mucho respecto a las combinaciones posibles de los números naturales y que representan crecimientos o retrocesos, da lo mismo. De igual modo que la prometida recaudación a punta de alzas en los impuestos a las paletas de pintura de ojos, obleas chinas y santos de confirmación populares. Qué decir de los presupuestos para investigación científica, aunque no se hayan prometido satisfactoriamente, en alguna parte del bendito programa deben estar esbozados ¿O no? Porque al final del día, los de B se contentan con la imposibilidad de que las aspiraciones más revolucionarias de B se hagan realidad dado el intrincado y dividido parlamento, pero es más fino tener B que K, aunque el orden de los factores no altere mayormente el producto. Y dado a que el matrimonio igualitario fue pactado bajo la sucia ideología que se opone a los afanes refundacionales que se quedan sólo en eso, afanes, tampoco se llamó a una celebración popular “desde el territorio” con champañazos en las yermas tierras de Dignidad.
K.
El triunfo de la voluntad. Aquí uno se enfrenta a la mano dura, durísima, con manopla de hierro forjado, tecnología alemana Von Thyssen. K es tan bueno, sus hijos incluso han entablado amistades con mujeres que contrariamente a la naturaleza tienen relaciones con otras mujeres. También los hay hombres. K quiere demostrar un gran interés por esa población gay u homosexual fina. Absolutamente todos los homosexuales y lesbianas propietarios de casitas con patio y jardín delantero, sillas Valdés y una corbata colgando de la cabeza de un venado fucsia para decorar el living, creen que K siente, en efecto, un gran interés por ellos y sus degeneradas vidas.
La verdad es que a K no les importa en lo más mínimo sus fragantes y degeneradas vidas. Les importa menos que el aserrín que cae en la pieza de las manualidades, donde aparte de la madera también se trabaja la cerámica Grez y con audiobooks de fondo, tampoco hay que perderse de las bondades de la cultura, esa que también existe. Donde K sí es inflexible es con el género y el sexo con los que se ha venido al mundo: se trata sin duda de una cuestión de Estado, ahí se mantiene inconmovible, conoce más de cerca el tema. No en vano él y su mujer han fabricado hombres y mujeres por montones. Daba gusto verlos cantar en la entrevista con DF. El Coro de Niños de Viena palidece frente a tamaña interpretación artística y su correspondiente impresión estética ¿Qué es Siempre Así frente a Schubert?
Aquí en el universo de K no se deconstruye, por el contrario, se es calmado y sosegado. A las huestes seguidoras de K les interesa tener y, huelga decir, retener y de ser posible ampliar, todavía más. Ninguno de los respetables vecinos de Parque Forestal altura Ismael Valdés Vergara –todo el resto es decididamente irrelevante– sabe cuánto solidariza con ellos un brioso emprendedor y su negocio de reparaciones de neumáticos del primer piso de una mansión unifamiliar de 80 metros cuadrados con miras a los 120 (en desmedro del patio, donde ya se construyó un quincho).
Arriba, en los altos, la familia se ufana de una vida burguesa a la que se puede acceder si uno tiene aspiraciones y convicciones sólidas, como puede ser la elección LIBRE de las cerámicas del suelo, el jacuzzi del Dormitorio en suite, los enanos de baquelita, las vasijas con flores de plástico, la Última Cena en cobre, el televisor de doble altura y una lavadora con secadora incorporada. El papi pone los ojos en blanco cuando los niños dejan la miguería sobre las costosas alfombras y una que otra mancha de margarina sobre el reluciente modular. Los niños no tuvieron acceso a los beneficios de una educación elegante donde les podrían haber enseñado a poner un plato debajo de la hallulla y a decir “en verdad” y “como que en verdá” en lugar de “¿¿¿En serio mami???”.
Pero todo eso cambiará con K, a través de la promoción de los valores cristianos de antes.
Los respetables vecinos de Parque Forestal, por otro lado, las víctimas de la violencia desatada e instigada por el comunismo, están emparentados con los odiados y nunca vistos en carne y hueso vecinos del otro lado de Cerro San Luis, la ex Rotonda Pérez Zujovic y el Parque Bicentenario (de Vitacura) y por quienes los votantes del emprendimiento sienten muchísima admiración. Aunque nunca en la vida se los podrían topar en Borderío, por ejemplo, o en las canchas de arcilla de Escrivá de Balaguer, al lado del Club de Bridge de cara al Club de Polo. Ya sea en la Gran Vía o a la vuelta del San Benito, los padres contemplan malhumorados cómo sus vástagos y la morena servidumbre orientan sus simpatías hacia B, cuando el orden natural es hacer lo que sea que se le ocurra ordenar al Jefe de la patricia familia, que POR SUPUESTO quiere a K. La resentida de la nana –que incluso tiene un dormitorio pegado a la cocina, con un baño compartido con otra, nana– decantará por B, eso está claro, pero ¿Los niños? Es decir, parece que erraron con tanto dadivoso cariño reflejado en vacaciones a Disney en la tierna infancia y a Roma, Israel y Jordania (en el caso de la CVX) o Bali (La Reina Alta). Se les amenaza con cancelación al Lollapalooza. OK, eligieron Rechazo, ¿No es suficiente? No, no es suficiente. “Conchadetumadre weón, como que me van a cortar la mesada, puta, ir a votar por K, si es que voy a votar, no, brígido, me muero”.
En los círculos de K se demandan exámenes que indiquen la naturaleza intrínseca del Dasein, mediante la exigencia de pruebas científicas de índole capilar, el pichí ya no sirve en esos andurriales. Se demanda mano dura con la pérfida y sucia delincuencia de la deconstrucción valórica, los bélicos terroristas, las madres solteras. Qué decir de los inmigrantes: a la zanja. Los seguidores de este grupo piensan que el pan con paté de ternera es más sabroso cuando sube la bolsa que cuando ésta cae. Cuando a Cencosud le va mal en los mercados, es una realidad científica que el paté se pone agrio, qué asco. Asimismo, creen en la tradición y la campiña chilena, en el chuico de aguardiente, el bailoteo de rodeo y la socarrona voz patronal de su adorado K. Creen que los votantes de B son unas bestias sin cerebro porque a pesar de que ellos mismos son bestias sin cerebro, no se sienten como tales.
B y K, K y B. Como el día y la noche. ¿Existe algo que se contradiga y a la vez se aproxime tanto? ¿El pelo rubio de K y el oscuro de B? ¿Estará el Nulo reservado para quienes tratan de encontrar la escala de grises? ¿Hay tiempo para buscar dicha escala? ¿Se puede un permitir el lujoso Nulo?
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