Es natural. Como uno quiere ver más cuicos de apellidos lustrosos enchufados en los puestos (de la estructura que sea) la Derecha travestida en formatos digitales modernos cree que aún tiene opciones en el horizonte criollo. Quién sabe. Si hay algo que caracteriza a los cuicos es el miedo: al Contrato Social, al divorcio, al matrimonio igualitario, a la salud pública, a los que no fueron a la Católica, a algún aspirante proveniente de la UTEM. No vaya a ser cosa que ahora a “esa otra gente” se le ocurra acceder gratuitamente a los beneficios de las obleas chinas, piensa una señora pituca y su abrigo pelo camello. Una tal Rosita de Lyon. Instalada en el bistró abierto en Etapa 2 de la regia Nueva Costanera, con la silla derecha repleta de bolsas exclusivas, con la cabeza llena de prejuicios, con el pelo bien teñido, con los aros minúsculos y la medallita de la Virgen del Carmen, por fin toma la decisión: en lugar de una, se tragará DOS Thermo Fat, eso sí, descafeinadas. La cafeína y los medicamentos para sus constantes ataques de pánico riñen entre sí y producen efectos adversos impredecibles. Últimamente los cuadros de ansiedad han subido a las nubes por los andurriales de Vitacura y San Damián, dicen que un camión tolva los descarga pasadas las doce de la noche. Las viejas lamen hasta las balatas de dichos camiones.
Aparentemente desentendido de la vida política, el cuico siempre hace lo que se le viene en gana, la experiencia del fracaso no existe en su currículum vitae. Una tradición que se mantiene inconmovible desde las postrimerías de la colonia y los inicios de la República. A lo sumo pone mala cara cuando olvida hacer reservas para el día de la Madre y en lugar del Aligot le toca ir a comer a un lúgubre P.F. Chang’s, por ejemplo. O cuando alguien dice “la Titanium” en lugar de “el Titanium”. Detalles que no producen el más mínimo desasosiego en el sujeto común y corriente, pero que en el caso del votante cuico le echa a perder la vida entera, porque desde luego tiende a la exageración. Solo en sus distracciones puertas adentro encuentra dicha y solaz, como cuando la señora le permite usar el quincho para su vitrina repleta de “pins” de sus equipos de basquetbol favoritos. Esas “chulerías” como explica la mujer, estropean de forma inexorable el intrincado plan de paisajismo que ella mantiene sola, contrario a las rubias de Chicureo y sus 4x4 que DEBEN contratar personal para todo. No han puesto una sola mano en los rododendros, qué decir las orquídeas. La vieja, en cambio, la vieja tiene calle, por lo mismo entiende que el próximo elegido debe ser sí o sí el Joaco, sino esto se nos va a las pailas. ¿Qué es esto?
La vieja votante cuica se pasa toda la noche averiguando a qué país se puede ir en caso de debacle y donde además rindan las platas, porque el dinero chileno no permitiría la misma posición en París o en Nueva York. Desgraciadamente Larraín, Costabal, Eguiguren, Pérez, Apablaza y Sanhueza suenan igual en inglés y en francés. El misterioso viejo cuico también hace lo suyo, aunque tiene el alma dividida entre los candidatos y cómo acceder a la pornografía amateur. Tanto su iPad como su cabeza están llenos de ventanas abiertas, sí, pero incógnitas.
Pero ahora las cosas han cambiado. Pero ahora se huele el peligro. Pero ahora acecha el terrible monstruo del resentimiento social en la forma de exigencias que podrían verse colmadas gracias al trabajo duro. En una casa bien se opina lo siguiente: el pobre es pobre porque no trabaja y, en cambio, quiere todo regalado. Educación, salud, vivienda, TODO.
¿Quién elige a quién en la cochambre Chile Vamos? ¿Qué opinan, qué piensan sus seguidores cuicos? ¿A quién le corresponde tal o cual sujeto de la cartografía urbana? Joaco, Nacho, Seba y el Mario. De vez en cuando José Antonio, aunque a discreción.
Joaquín Lavín
El único y definitivo. Para qué vamos a decir una cosa por otra, el Joaco será muy chueco a veces, pero estabilizará el país, dice una señora bien-bien en Isidora Goyenechea, ad portas de hincarle el diente a un recio solomillo lardeado. Siempre habla en frases genéricas, como si lo supiera todo. Su amiga se retuerce de envidia porque está a dieta, que es lo único que sabe hacer. Los maridos de ambas creen que Joaco traerá más problemas que soluciones y mejor sería una Yasna, sobre eso más adelante. De momento: por mucho que cambie de una estación a otra, por más camaleónico que sea –David Bowie es una alpargata a su lado–, Joaco es uno de los nuestros. No incomoda, la nuera medio picante no más, pero en fin, toda familia decente tiene al hermano cura o numerario, la prima puta y al tío sinvergüenza. Nadie está exento. Además que siempre ha estado ahí cuando la Derecha lo necesita y para coronarla con el nombre más pegajoso del momento: centro, social derechismo, Bacheletismo-Aliancista y ahora último socialdemocracia. Elija usted.
Pero las primarias que importan son las del sucio y pérfido comunismo, opina el señor cuico en una comida relevante con miembros del empresariado o del gremio de los cirujanos plásticos:
Si en la derecha va a salir este otro weón estamos sonados, en cambio, hay que ir a votar en masa por Boric, para quitar a Jadue. De ahí a votar en primera vuelta por la Yasna y en segunda, puta viejo, ahí recién veremos.
Todo este intrincado análisis es demasiado complejo de entender para votantes cuicas que han tenido una vida entera dispuesta a las bondades de sus carteras Longchamp y las entradas para el Bazar ED. Por lo mismo, el público cuico seguidor de Joaquín está dividido: en un lado los señores de Derecha que saben que de salir JL se vendría la segunda crisis social inaugurada por el saliente cabeza de corcho, en el otro las señoras fanáticas que no ven más realidad que la que tienen ahí en frente, puede ser un capuchino, un frasco de chicles Orbit o los descuentos en productos de dermoestética que van los Martes, Jueves y Sábado. Joaco tiene su armada en estas últimas, que se pasan día y noche compartiendo noticias falsas en internet. La posibilidad de que surja un mandatario que espante a los dueños de las boutiques europeas las trastorna ¿Otra vez volver a los tiempos en los que había que comprar fuera?
Los hijos de esta gente son más complicados. Son duros o blandos de cabeza, todo depende. Si estudian en la Cato (Derecho o Ingeniería) ellos mismos están más pendientes de su propio asenso en el derechismo recalcitrante. Si decantan por la psicología en la del Desarrollo, por ejemplo, se mantendrán inconmovibles en “Sonrisas UDD”. Si se meten a Arquitectura votarán por el que no supedite el urbanismo a los afanes y caprichos empresariales –típicamente ordinarios– para acabar votando por quien indique papi porque a fin de cuentas en sus cabezas hay un solo objetivo claro: el premio Pritzker.
Así pues, el votante cuico de Joaquín no se cuestiona a sí mismo ni a sus simpatías políticas. Lo único que aquí importa es la estrategia.
Mario Desbordes
Mario también divide las aguas. Es difícil ser cuico y seguidor de Mario (en adelante “el Mario”) porque en verdad es medio ahí no más, piensan los cuicos. O sea, el gallo es algo así como una versión refinada de Hermes Soto, solo que con carrera política. Desde luego tiene una hija llamada Florencia, típico nombre rasca. Los cuicos creen que varias Martinas, Isidoras o Florencias en realidad debieran llamarse Maryori. Pero lo peor no es eso: el gallo fue paco. No obstante la fe ciega en las fuerzas de Paz y de Orden y que los resentidos de siempre basurean sin ningún miramiento, hay algo muy cringe en la figura del Carabinero que les hace pensar: Pucha ¿No habrá otro? O sea, menos mal no es canuto, porque ahí sí que tenemos problemas SERIOS.
Un descubrimiento de una votante cuica: ¡Weona! ¡la Yuta son los carabineros! Todos los convidados al cumpleaños se desternillaron de la risa, jajaja, qué ocurrencias tiene esa gente. ¿O será la sucia y oscura Venezuela que trató de instalar “Yuca” y los de acá entendieron mal el término? Ahí amainaron las risas, el chascarrillo dejó de cosechar éxitos. A Carabineros se le respeta. El Mario vuelve en gloria y majestad, por un ratito.
El votante cuico ve con desconfianza al Mario precisamente porque los Carabineros estaban ahí para “servir”, la cosa no funciona al revés. Mucho ascenso habrá habido en el historial del Mario, pero la estética carabinerística debe quedarse donde le corresponde, o sea, en esas casas de un piso de villa de carabineros, con sus muros de ladrillos de princesa pintados de verde frutería y ventanales “bow-window” repletas de cucharitas de alpaca y la infaltable máquina de coser Singer. Por dentro, donde no hay un gramo de polvo, no se encuentra otra cosa sino fealdad. Más allá del desprecio hacia el modular plástico como vitrina para la colección de botellas de perfumes vacías, paraguas, mascarillas, alcohol gel, cajas de aspirinas, el Atalaya y cinta aislante (huinchilaora), y el juego de sillones de cuerina con dos hoyos en el medio para depositar bebidas, está lo nunca dicho, lo que se sabe y se piensa pero que no sale ni por si acaso de la boca de una persona “bien”.
Los carabineros son proleta, aunque se saquen la lotería norteamericana lo seguirán siendo.
¿Un presidente respetable diciendo “aquello”, “los bellos bebés”? Por Dios. Desbordes podría resolver la ecuación Navier-Stokes y la hipótesis de Poincaré vía Zoom en el matinal del JC Rodríguez y aun así recibir la indiferencia del votante cuico. Resultado: su nombre prende en los liberales de centro, los cuicos decantarían por él como último recurso. Y de ganar algo probablemente se harían los tontos con el resultado, ok, las elecciones ya fueron, a mirar hacia adelante, si igual hay que trabajar.
En síntesis: el votante cuico de Desbordes no existe de buenas a primeras, sólo en caso de extrema necesidad…
¿Sichel?
Seba goza de simpatías en los círculos que quedaron huérfanos de Parisi o que soñarían con uno como él. Hay que admirar su ingenuidad, la de ellos. Resulta que hay cuicos que se han dejado seducir por el discurso del emprendimiento, especialmente quienes fueron un desastre en la carrera, guitarrearon y renegaron de las vacaciones en la playa de los Flamencos o Bali, pero como ahora tienen varios carritos de salchichas (“Food trucks”) se creen empresarios. La familia les armó el negocio para que no murieran de hambre. Con la crisis sanitaria, obvio, se oponen a la falta de libertades porque sus empresas no son esenciales, porque normalmente son empresas de porquería que les importan solo a ellos y a sus amigas y pololas cuicas de voz ronca que estudian ingeniería comercial en la Universidad del Desarrollo.
Entonces abrazan el concepto de libertad.
Por libertad entienden tomarse una piscola al lado de un asado al palo en la casa de Colico o Panguipulli, y por culpa de la gestión “facha” del gobierno, ellos no pueden disfrutar. ¿Cómo saber cuando una comuna pasa de etapa 3 a 2, o peor, etapa 1? Imposible. Ante tanta indecisión y coerción de las libertades individuales, es necesario ponerse más político, más metido en los dichosos “temas”. El grupo que sigue a Seba, Iglesias, Sichel o como se llame, no se saca la palabra “tema” de la boca, lo usan como auxiliar para hablar del clima, de la gata para arreglar la rueda del jeep, de Decathlon, de las antiparras, del vino Pérez Cruz o del Chivas de 18 años. Los hombres son del tema, las mujeres de todo lo que pueda ser llamado “fino”. “Ay que fino, me muero lo fino”.
Y qué decir de los resentidos sociales. ¿Para qué resentir, para que inundar la vida de odios añejos si uno puede contemplar el futuro desprovisto de pasado? Además, se sabe que muchos de los desaparecidos están apareciendo. Ellos mismos explican que antes eran tontos, porque, por ejemplo, nunca se hallaron a sí mismos en el dichoso viaje a Katmandú, qué decir Rishikesh, hediondo a meado. La vida está en su rico auto, para qué más. Seba es el candidato del futuro y del liberalismo, ese que permite la existencia de personas que viven en Vitacura y la Dehesa pero que están a favor del aborto (aunque jamás se harían uno, corean las rubias de voz ronca adictas al cigarro), de la legalización de la mariguana y del matrimonio “gay”. Eso sí, que se desregule todo no más, el “tema” del 18 de octubre ocurrió porque había mucho Estado inmiscuyéndose en los emprendimientos. Estos cuicos a los que trata de seducir el Seba podrían ser más soportables si no se empecinaran en lanzar chorradas políticas que a nadie le interesan y que ponen en Twitter para que las pololas descerebradas lean algo alguna vez. Qué quiere conseguir este hombre apelando a este grupo, ni idea. Las encuestas hablan por sí solas.
José Antonio
Solo una galla como la Mary Rose puede declararse abiertamente partidaria de este hombre y su aroma a chucrut. Porque de haber existido las Redes Sociales en 2003, la Mary Rose no hubiera tenido el éxito pituco del que gozó hasta el inicio de la crisis sanitaria y la muerte de las revistas de apilar en las peluquerías y consultas médicas. Qué feo eso del hijo repartiendo visados truchos durante su estancia en el consulado. Además, está el pelo y su presencia en el reclame del jurel.
El problema de José Antonio es que su discurso frontal e inflexible cala hondo en el alma cuica, pero se ve mal, desluce. A todo el mundo le gusta el salchichón cervecero y el queso crema Soprole, pero no lo van a ir a ventilar a los cuatro vientos. Una señora bien encuentra mino al Jose (cuando ese nombre va sin acompañamiento, como puede ser un José Joaquín, se dice así, sin tilde, en cambio cuando es José a secas se refieren al jardinero o al maestro de las cortinas). Entre medio de tanta fealdad, el gallo resalta. Pero declararse abiertamente fan suyo la pone a una en aprietos, a la altura de esas señoras Cema Chile, piensa la vieja cuica que le tiene pavor al legado estético de la magna obra de la incombustible Lucía. Tanto pañito inútil a crochet, tanta canastita de mimbre, sombreritos tejidos a mano engalanando teteras, bacinicas con cardenales dentro, forros con blonda para el papel confort. No, no, eso se ve mal. O sea, los cuicos también se sacan los mocos y es lo conveniente, pero no lo van a ir a poner al diario.
Está también el factor Facho Pobre. Es difícil que a los seguidores de Sebastián Izquierdo, por ejemplo, les pueda gustar un liberal Briones, precisamente porque éste no es lo suficientemente derechista. Ellos sí decantan por José Antonio, abierto al legado del general. Además, como ahora las mujeres tienen la ocurrencia de reclamar derechos, no queda otra que propinar golpizas a un pordiosero, a no ser que ahí mismo ande dando vueltas un perrito, un gatito, o un niño con trastornos del lenguaje. Huelga decir que los seguidores ultraderechistas no han viajado mucho y de cuicos no tienen nada, entonces claro, piensan que es fino tener la casa repleta de banderas chilenas que se reflejan en los brillantes suelos que antaño eran de flexit y que ahora ostentan gloriosas baldosas multicolor. Definitivamente José Antonio goza de simpatías en algunos sectores “high”, pero les gusta de la misma forma que les gusta el Familand de litro y el jabón Ballerina en bolsa: lo pondrán en un contenedor elegante de diseño y así pasan piola. José Antonio es too much. Además, con José Antonio, se quedan sin el voto gay de derecha, que resulta que también existe.
Ignacio Briones
¿Alguien sigue a Briones?
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